Poemas por Yaki Setton

Puente Alsina



Está flotando en el Riachuelo y acecha.

Su espectro es una bruma irregular y blanca

que no para de crecer entre las malezas

como una mancha de plomo líquido, turbas

de ratones que cruzan de una orilla a otra

con restos de animales y cadáveres podridos.

Ocurrió un 14 de septiembre de 2002 por la madrugada

aún sonaba en su cabeza la música del boliche

cuando todavía sentía el olor de Jessica en su cuerpo,

sus piernas entrelazadas, la boca de ella en su boca

mientras ahora un par de policías de la 34° lo llevaban

aplastado contra el piso del patrullero con la sirena al máximo,

yendo a toda velocidad de la Av. Gral. Fernández de la Cruz

y La Constancia hasta Agustín de Vedia y 27 de Febrero.

Después, lo bajaron del auto a golpes y patadas,

lo arrastraron luego por la playita hasta el borde del agua turbia.

Allí, a los tropezones fue obligado a meterse en el Riachuelo

y lentamente lo hundieron en el fluido negro que apenas

si hizo alguna ola, lo último que vimos fueron sus ojos.

Allí, Ezequiel Demonty, espera.

De Nombres propios, Ciudad de Buenos Aires, Bajo la luna, 2010.


49. Rezamos en hebreo, en ese antiguo

tono de Oriente, Adonai sos mi pastor,

no se quiebra tu voz ni el pulso

y la monótona melodía atraviesa

la mascarilla transparente que cubre

tus labios y libera oxígeno. Adonai

sos mi pastor, repito encabalgado

a tu canto mientras la ambulancia

corre entre el tránsito, lenta e inexorable,

porque los dos sabemos de qué se trata

aún si anduviera por los valles

de la muerte no temeré mal alguno

porque vos estás conmigo, recitás

ese salmo como si ya estuvieras

a la espera de lo que vendrá. Aquí

nos encontramos los dos bajo abrigo,

la camilla es el lecho que te abraza

y solo yo soy el testigo de tu fe; rogás,

padre, pedís, suplicás solo el bien

y la compasión me acompañarán

toda mi vida y en tu casa, Adonai,

viviré por largos días. Amén.

De Lej lejá, Ciudad de Buenos Aires, Bajo la luna, 2016.


Dragona

El viento las mueve como si fueran

hilos de plata que brillan a la luz

de la luna pero no, son tus crines

que se agitan al compás del silencio

que menea nuestros cuerpos sin decir

palabra. Dulce dragona que me abraza,

me susurra y me resopla leve

el cuello mientras tu desnudez de terso

animal escamado, fulgente y confiado

baila en el ondular oscuro por este

monte que habita el pabellón

de tu casa. Ahí me veo volando

entre tus brazos, con tus alas abiertas

y tu fuego que nos prende y apaga

como si fuéramos destellos aislados

en medio de la noche. Ahí, ¡en el aire

está el riesgo! y suspendidos ambos

y aferrados bebo tu rostro espigado,

tu boca de ángulos cincelada

por el tiempo, tus manos de membranas

ásperas y lánguidas para que lentos,

con cuidado y juntos reposemos

en la hierba húmeda, sí, entre sueños.

De El beso, Ciudad de Buenos Aires, Bajo la luna, 2018.


Langosta
(fragmento)
«¿Pero qué efecto tiene la nada?»
Sören Kierkegaard, El concepto de angustia

1.

es langosta

y mira

desde arriba

ella avista

pero no ve

intuye

con su antena

aunque no sabe

qué hará

2.

en el desierto sola

vuela sin sentido

toca el cielo

roza el sol

que no para

de brillar

y la enceguece

3.

invisible

en nubes de vapor

cuida el silencio

de la noche calurosa

que bebe y roba

a la luz de la luna

la penumbra

que abre con sus ojos

entrecerrados

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