Recursos endebles:
¿sus ojos dónde?
La mesa de noche
Limita la certeza que hay más allá;
todavía medio erguido
vuelve a encender la luz;
pregunta todo
como si preguntando permaneciera.
-Apoyá tu cabeza- musita una voz
desde el banquito.
Otra vez se instala entre las sábanas
Aquella remota escena.
-Abandonate- vuelve a decir la voz.
El piensa que la escena es incompleta:
el caballo sí, pero donde el campo
iluminado por la fría luz de invierno.
Recuerdo de recuerdos:
un cuerpo desaparecido,
otro evocado.
-Si volvés a tus pensamientos
agarrate fuerte a los barrotes- vuelve
a decir la voz.
Y en su mente y sábanas
cada vez que el látigo se agita por el aire,
aquel caballo, con paso tambaleante,
hipnotizado por la tierra:
da tumbos,
se arrodilla,
busca un lugar para descansar.
Ahora la luz es un abismo
y él vocifera: caballo, mesa, certeza,
¡esta rodilla!
-Abandonate- vuelve a decir la voz.
Y la boca es un negro agujero
cada vez
menos
visible.
a Carlos Gorriarena