De las clases de química del secundario recuerdo pocas cosas
una: que cuanto más pequeño el grano de azúcar o sal
más rápido se diluye en el agua
y esto es
porque cada corte genera
más paredes de contacto,
vehículos para la corrosión.
Los materiales tienden a buscar
su forma más estable.
Pero no aprendí bien;
el sol de la mañana nos cascoteaba el entendimiento
en ese aula
de azulejos manteca
en la que dábamos por ciertas las sentencias de la profesora
con un movimiento tan económico
como revolver el líquido
y los sólidos
con una cucharita de plástico
en un vaso de vidrio
mientras el mundo, afuera,
envejecía con benevolencia.
***
Estoy esperando el día en un saco oscuro
mientras afuera
el mundo te tiene, dormido.
Los que no han herido
no esperan por el día ni por nada, los que no han herido
duermen, simplemente, hacen
las cosas simples,
simples. Yo estoy
del lado de adentro de este saco purulento
de tierra
y de noche.
Es estúpido
creer
que la oscuridad me embellece, o que en algo
me cubre.
***
Leyendo en el balcón
me acomodo al sol, persigo su favor
un molde
al que debo pleitesía.
Laminada por los rayos que recién ahora,
a fines de agosto, pueden alcanzar estas cosas,
me organizo alrededor de esa luz
serpiente,
advierto el frío
y me mudo al hachazo blanco
un centímetro por vez.
***
El primer ámbar que conocí
brotaba
de los duraznos enfermos
del patio de mi abuela.
Vulcanizadas
las pinchaduras
de esos planetas suaves y conejos
el sol directo
petrificaba
tales desajustes naturales
y a los duraznos les quedaban
gruesas pecas, gemas
naranjas arriba.
Yo imaginaba que todo eso les venía del carozo,
no sé,
son cosas que miré muy de cerca
para no tener que tocarlas.
***
Me pregunta de noche
tendido sobre mí
si sé qué comen las hormigas.
Respondo que hojas.
Espera a la mañana siguiente
para corregirme:
hojas no,
a las hojas las llevan
las apilan para que se pudran
y lo que las hormigas se comen
son los hongos que hacen nacer
de ese hedor.
***
Lo que la luz del sol les hace
en privado
a los árboles del bosque
y vemos
en flashes de velocidad
mientras cruzamos la ruta
como por una cerradura momentánea.
***
Escala de Mohs
Los diamantes
solo se dejan
lastimar
por los diamantes
ninguna otra cosa del universo
los puede herir en su forma
en su transparencia
en su capacidad
de dispersión de la luz.
Cuando encontraron el Cullinan, en Sudáfrica
no podían calcular su precio
y entonces enloquecieron
no supieron qué hacer.
Hasta que supieron:
lo trozaron
en 150 partes.
Ante las estrellas del sur
nadie sabe qué hacer
no se sabe qué hacer
ante una belleza completa
no se sabe
y entonces
como es costumbre
entre nosotros
cuando no se sabe
qué hacer
se destruye.