Poemas por Valeria Tentoni

De las clases de química del secundario recuerdo pocas cosas

una: que cuanto más pequeño el grano de azúcar o sal

más rápido se diluye en el agua

y esto es

porque cada corte genera

más paredes de contacto,

vehículos para la corrosión.

 

Los materiales tienden a buscar

su forma más estable.

 

Pero no aprendí bien;

el sol de la mañana nos cascoteaba el entendimiento

en ese aula

de azulejos manteca

en la que dábamos por ciertas las sentencias de la profesora

con un movimiento tan económico

como revolver el líquido

y los sólidos

con una cucharita de plástico

en un vaso de vidrio

mientras el mundo, afuera,

envejecía con benevolencia.

***

Estoy esperando el día en un saco oscuro

mientras afuera

el mundo te tiene, dormido.

 

Los que no han herido

no esperan por el día ni por nada, los que no han herido

duermen, simplemente, hacen

las cosas simples,

simples. Yo estoy

del lado de adentro de este saco purulento

de tierra

y de noche.

 

Es estúpido

creer

que la oscuridad me embellece, o que en algo

me cubre.

***

Leyendo en el balcón

me acomodo al sol, persigo su favor

un molde

al que debo pleitesía.

 

Laminada por los rayos que recién ahora,

a fines de agosto, pueden alcanzar estas cosas,

me organizo alrededor de esa luz

serpiente,

advierto el frío

y me mudo al hachazo blanco

un centímetro por vez.

***

El primer ámbar que conocí

brotaba

de los duraznos enfermos

del patio de mi abuela.

 

Vulcanizadas

las pinchaduras

de esos planetas suaves y conejos

el sol directo

petrificaba

tales desajustes naturales

y a los duraznos les quedaban

gruesas pecas, gemas

naranjas arriba.

 

Yo imaginaba que todo eso les venía del carozo,

no sé,

son cosas que miré muy de cerca

para no tener que tocarlas.

***

Me pregunta de noche

tendido sobre mí

si sé qué comen las hormigas.

 

Respondo que hojas.

 

Espera a la mañana siguiente

para corregirme:

hojas no,

a las hojas las llevan

las apilan para que se pudran

y lo que las hormigas se comen

son los hongos que hacen nacer

de ese hedor.

***

Lo que la luz del sol les hace

en privado

a los árboles del bosque

y vemos

en flashes de velocidad

mientras cruzamos la ruta

como por una cerradura momentánea.

***

Escala de Mohs

Los diamantes

solo se dejan

lastimar

por los diamantes

ninguna otra cosa del universo

los puede herir en su forma

en su transparencia

en su capacidad

de dispersión de la luz.

 

Cuando encontraron el Cullinan, en Sudáfrica

no podían calcular su precio

y entonces enloquecieron

no supieron qué hacer.

 

Hasta que supieron:

lo trozaron

en 150 partes.

 

Ante las estrellas del sur

nadie sabe qué hacer

no se sabe qué hacer

ante una belleza completa

no se sabe

y entonces

como es costumbre

entre nosotros

cuando no se sabe

qué hacer

se destruye.

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