El paisaje es música por Soledad Muñoz

Labios que ríen. Labios de huerto florido.

¿Hay algo ahí adentro? Silencio.

Había decidido no hablar más. La comida le cae mal.

Lo que traga no lo digiere. El cuerpo lo devuelve.

Una penitencia voluntaria: la promesa era,

que si conseguía trabajo antes de fin de mes,

haría un ayuno por tres días

en agradecimiento a la virgencita.

Nervios retorcidos. Intestinos zurcidos y sensibles

otra vez hacen música en el cuerpo maltratado.

¿Y todo eso que había leído sobre budismo?

Una planicie amorfa.

Un amor musical.

El niño recordará los cuentos leídos por las noches

Entre un linaje de hombres machos bien machitos que pasa

de padres a hijos y luego los nietos y así sucesivamente.

Pa pa pa y un quis cae muerto sobre la hierba.

Esta será la comida de mañana” dice el hombre macho bien machito.

Después de la gran tormenta sale el sol

y una vibración en el aire  transforma el paisaje en música:

el viento en el bosque, el río, el rifle de aire comprimido, el colibrí por la mañana, los ladridos del perro, las gallinas, los pájaros.

A veces, desintegrar mi identidad con ternura me salva

Pude  conciliar mi sueño bajo la higuera,

dejándome morir otras veces más sobre el blando pasto.

La interminable y repetida lista de promesas se está agotando. 

solo podemos ver cómo el campo nos devora lentamente

todo lo demás es paisaje y música.



El retorno a la tierra

Los pájaros son el fondo de un diálogo

que se repite entre el uno y el otro

en silencio las formas cambian

los cuerpos cambian

las partículas cambian: partículas lanzadas

de acá para allá.

Me tejo y me destejo para poder ver mi desnudez

a nuestro alrededor las moscas zumban

pegándose a nuestros cuerpos húmedos

es verano y el sol no tiene piedad sobre la carne.

El sueño predijo que todo tiene que ver con la física cuántica

y así nos encontramos una tarde

sacándonos la piel sucia

maltratada por los vicios humanos.

En el otro sueño cabalgaba sobre un caballo

pero yo era el caballo: fui la jinete de mí misma.

Desde arriba todo puede verse con claridad

muy bien lo saben las aves

la sonrisa luminosa del niño también es clara y simple.

En este paisaje todas las aves arman su nido

y el hombre lo desarma

y las aves vuelven a armarlo una y otra vez

¿Hay cuerpo que resista tanto golpe?

Sí y también las voluntades fuertes.

Después de este largo sueño ya no quedará nada

solo nuestra conciencia expandida por todo el cosmos.

Todo lo demás es el viento que lo amontona.



En una tarde de mayo un niño se ha dormido

Sobre una alfombra de hojas amarillas

desparramadas en el patio

el niño sueña que construye barcos de papel

que navegan sobre su cabeza

que son todos los mares.

Pero también pienso que lo más profundo

es navegar sobre tu interior, que es

lo más oscuro de tu rio.

El padre, la caza, la pesca,

la muerte que se repite,

el mismo barrio,

el mismo cementerio,

el padre viudo, la esposa muerta. 

“hay que salir de acá” 

El eterno retorno

La misma rueda que gira y gira

con torpeza trato de escribir

un poema de otoño 

y todos los días caen limones del limonero

sobre las hojas del patio de casa.

No tienen prisa los pájaros del bosque

los de esta ciudad sí tienen prisa

de un refugio seguro

«estamos educados para ser así»

dice su padre, mientras masca coca

su mejilla se hincha

y un olor amargo sale de su boca.

El niño sigue dormido sobre el colchón de hojas amarillas

acaricia la almohada buscando el cuerpo

de una madre que ya no está.



La noche avanza en la otra ciudad

Yla única comunicación que existe 

sepierde en el audio de un teléfono que suena vacío

algunas fotos, algunas palabras, alguna canción por wasap.

Todas las tareas domésticas de la casa

de una sola vez pueden ser hechas

y el balance de lo ocurrido en este tiempo

ha sido un viento huracanado y sin piedad sobre nosotros.

La heladera se deshiela

con la ayuda del ventilador,

la manteca se derrite por el calor del ambiente,

la gelatina se deshace en un liquido rojo

y coaguloso;

y la distancia y los kilómetros que nos abisma

nos hace más dignos para el amor.

Comenzar lo que ya estaba

entre piezas dispersas como un gran rompecabezas

y la muerte que arrastra con nosotros

la memoria de lo que ya no está 

Te repito que soy esta soledad

errante y discontinua

cruzo al kiosco y bebo una cerveza negra 

el pibe habla y no lo escucho

“escribís más de lo que hablas”

Piensa el pibe en voz alta y  yo creo que sí,

Que sólo se cuidar jardines 

Y mantener la fe en lo desconocido 

Los días de verano serán en el rio

mientras pescamos en silencio,

a veces, también  me toco el cuerpo

para recordar que somos lo mismo, 

te hablo de las partículas elementales

de conexiones y el universo que habitamos 

y  esta gramática que hace ruido

y la educación que recibimos no nos ha preparado

para recorrer ningún camino.

La noche se vuelve más densa y absurda

en tu cama, en mi cama,

en los vasos de vino que bebemos con extraños.

Quisiera declarar todo lo vivido:

el cuerpo cambia su forma y deja huellas 

el cuerpo insiste en volver a ser habitado

la flor amarilla sigue su curso bajo el sol de la tarde

y cuando la noche llegue

esa flor ya no estará

y esta distancia que nos hace ruido se hará  música

en esa otra ciudad.

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