“ Oh tú, cuyo rostro ha sentido el viento invernal
cuyos ojos han visto nubes de nieve en la niebla…”
John Keats
bajo el tiempo
– en las raíces –
vuelvo al rito viejo
de nombrarte
en chalas de la noche
en construcciones tristes
o restos de la piel
venidos de lo bajo:
– algún pulmón de luz
ajado en ruina –
entonces
soplo el rastro del poema
las esquirlas
– pienso -:
“ suelo ser
la consistencia
el pobre andrajo
de los besos”
y la palabra rala
en su penuria
cierra un grito solo
cierra el tiempo
pero nada
nada permanece en carne
– en su materia – :
el cuerpo despedido
en giros vueltas consistorios
sale de la sombra
o calla:
“ ésta no concibe azogue
hueso ni pesares”
y cómo el canto
simple (siempre )
en página de rumia
cómo el cielo
replegado
en salmo
hubo de nombrarme
suya sola
en el sigilo
o el gozo aquel
asperjo roce
en la garganta
¿ canta ? ¿ toca la penumbra ?
en tierra en tierra
dicen que reparto
panes sones naderías
chiches de la muerte
( del sigilo )
y qué:
tal vez pezuña dura
fija en el oscuro
en mí
detrás del tiempo
encima abajo
desto laxo
en el cobijo (siempre)
parto la mitad del
ser en contriciones
y acá o allá las manos
– cosas del asirse –
pujan en el canto
en digo la humedad
de Dios o la palabra
– el verbo –
rueca
que te prisa
amén
( ardite )
pena contenida
sangra /
y si cobijo el sol
en vientre
en viento
en su celaje
qué tristeza
seca
me devuelve
al sueño
– el hambre
el corazón
partiendo olvido –
yo digo que crecer
en gesto en cruz
en homilía
es puro madurar
el seso
el puño
la constancia
el cráneo
a veces
duele
en partes grises
sí de puro olvido
crece la memoria
y yo busco
entonces
tu figura
larga
blanca
dislocada
soplando el
viento de la pena
el viento seco
de la pena
y canto